martes, 11 de junio de 2013

Reconociendo nuestra condición ante Dios




Muchas veces cometemos el error de no reconocer nuestra condición ante Dios y presumimos que espiritualmente estamos por sobre lo natural y muchas de esas veces nos engañamos a nosotros mismos, y olvidamos que no podemos engañar a Dios, quien conoce perfectamente nuestro corazón y nuestros pensamientos.

Existen cristianos que prefieren aparentar que están manteniendo una excelente relación con Dios y nos cegamos a aceptar que las condiciones reales no son como realmente se ven.Y Con esto no quiero decir que sea malo mantener una actitud positiva frente a las dificultades; Me refiero a Cegarnos en no aceptar nuestra condición y no reconocemos que estamos perdiendo la comunicación con Dios, que hemos dejado de oirle por querer aparentar que somos cristianos perfectos o cristianos espirituales …etc. Y comenzamos a tener una actitud que provoca que en nuestro corazón nos llenemos de orgullo… y por consecuencia, esto nos aleja de Dios.

La humildad no se determina por tu forma de hablar, ni de vestir, ni de tu estatus económico… ser humilde es ser realista con la percepción que tienes de ti mismo; en Romanos 12:3 dice “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.”

Es importante que existan momentos donde podamos examinar nuestra condición y analizar nuestra vida espiritual, a veces estamos tan preocupados de querer avanzar, de querer servir, de querer ser lo mejor para Dios, que olvidamos el propósito real de nuestra existencia y no nos detenemos ni por unos segundos a preguntarnos: ¿Qué pensara Dios mi caminar? ¿Estoy haciendo las cosas bien? ¿Estoy haciendo la voluntad de Dios? ¿Qué consecuencias han traído mis errores? ¿HE TENIDO UNA ACTITUD HUMILDE CON DIOS Y MIS HERMANOS?... Siempre esperamos a que nuestro espíritu se deshidrate para darnos cuenta de que nos hace falta del manantial de vida que es Nuestro Salvador, o muchas veces llevamos una vida, que según nosotros esta correcta pero … ¿Dónde están nuestros frutos?.

Nosotros no seremos salvos por querer aparentar y engañarnos que llevamos una vida espiritual mejor que la de la de cualquier otra persona, Nosotros debemos analizarnos interiormente y humillarnos en la presencia de Dios, reconocer que somos pecadores. Pablo en algún momento de su caminar él se humilla ante Dios y reconoce sus debilidades, él se toma el tiempo para analizar su vida, diciendo en Romanos 7: 19“Porque no hago el bien que quiero; mas el mal que no quiero, éste hago”… Quizás cuantas veces en nuestro caminar como cristiano hemos estado haciendo el mal sin darnos cuenta, el evangelio no es una competencia de quien gana más almas para Cristo o quien tiene más obras buenas para Dios, el evangelio es luchar por cumplir el propósito que Dios ha puesto en nuestro corazón, es ser una persona agradable ante los ojos de Dios, serle Fiel y servirle haciendo siempre su voluntad.

Si cometiste un error si le fallaste a Dios no hagas oídos sordos, ni te hagas el ciego… no te justifiques ante un Dios que todo lo sabe y que te conoce mejor que nadie, humíllate ante su presencia y reconoce tus errores, esa actitud te hará un mejor cristiano y te acercara mucho más a la divina presencia de Dios.

Haz como el hijo prodigo cuando volvió a su padre después de haberse alejado: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo” llegó un momento en que el hijo prodigo necesitó de su Padre y quizás si hubiese reconocido antes su mala decisión no habría sufrido todo lo que tuvo que vivir, pero aun así, cuando vuelve a su casa, se humilla ante su Padre, reconociendo su error y su Padre le recibe con sus brazos abiertos y con una gran fiesta.

Dios está esperando que te humilles ante él para recibirte con sus brazos abiertos. Dios aun conociendo nuestra condición de pecadores, nos amo y nos escogió para ser llamados sus hijos. El amor de Dios por nosotros no está basado en nuestro caminar, ni en nuestras obras; Dios solo nos Ama y vio algo especial en nuestro interior por eso nos llamó hijos de Dios, fue por esa razón que entrego a su hijo unigénito para retomar su relación con nosotros y limpiarnos de toda maldad.(“Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” Eclesiastés 7: 20)

Quiere que dejemos de vivir como nos gustaría vivir y que vivamos la realidad de nuestra condición ante él, porque por más que queramos aparentar fortaleza cuando estamos totalmente débiles, debemos recordar que Dios conoce nuestro corazón y que él nos quiere ver en lo más alto, Dios quiere tener una comunicación directa con sus hijos, pero somos nosotros quienes colocamos barreras a nuestro Padre Celestial. No permitamos que nuestro caminar se desvié del propósito de Dios, Confía con todo tu corazón en Dios y no te limites a recibir su ayuda y apoyo incondicional. Dios quiere transformar nuestra vida pero debemos permitir que él haga lo que debe hacer en nosotros.


“Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.”
Proverbios 3:5-6

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