A veces no entendemos el porqué de las cosas y nos comenzamos a sumergir en una angustia que nos lleva a detenernos en nuestros caminar y dejamos de fijar nuestra mirada en el gran cartel de la meta de nuestra carrera y quedamos en medio de la pista de nuestra carrera intentando hacernos un lado y encontrar la salida o un lugar donde escapar, comenzamos a sentirnos cansados, agobiados, desesperanzados…
Muchas veces nos acostumbramos a ver nuestro camino al propósito de Dios, como una pista atlética en el podemos ver claramente la meta y no existe ningún impedimento que nos tome por sorpresa, ¿pero que sucede cuando nos encontramos con una subida muy alta en donde suele perderse la visión hacia a la meta? Es aquí, donde nos agotamos y le exigimos mas a nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestro espíritu para duplicar fuerzas para alcanzar y llegar hasta la cima.
Antes veía mi caminar en Cristo como una pista atlética, pero cuando Dios quiso fortalecerme, puso en mi caminar una cima muy alta, estaba tan acostumbrada a ver mi meta frente a mí, que cuando me encontré con la cima mi mente se turbo, me debilite con tan solo verla, pero continúe mi carrera, a paso más lento, agotada, por momentos me detuve y estaba a punto de renunciar ya que resultaba más fácil devolverme que continuar subiendo, pero Dios me enseño a ser perseverante y me entrego nuevas fuerzas para seguir, levante mi ojos hacia la cima y me enfoque en una nueva meta llegar hasta arriba y no retroceder hasta alcanzar mi propósito y superar esa dificultad ("Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre." Salmos 73:26).
Muchos nos encontramos con esas sorpresas en nuestro caminar, con dificultades, con pendientes muy altas que nos tapan la visión a nuestra meta final, ¡Al propósito de Dios!; Caminamos mirando el suelo y creemos que es demasiado para nosotros, pero cuando miramos hacia la cima y fijamos nuestra mirada en Dios, Nos toma de la mano y nos auxilia para continuar subiendo y no rendirnos en el intento. ("Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones." Salmos 46:1)
Desde que me encontré con esa cima en mi vida, deje de mirar mi carrera como una pista atlética y la veo como una triatlón, donde me siento preparada y con todas las herramientas necesarias para alcanzar la meta final, se que pasare por dificultades… tendré que nadar, correr, andar en bicicleta por diferentes cumbres, me encontrare con pendientes muy altas, con caminos muy deteriorados, quizás temporales muy fuertes, se que muchas veces caeré, me heriré, pero mi visión estará clara en todo momento. Mi objetivo será llegar a la meta final, al Gran propósito de Dios. A través de cada condición que se presente en mi carrera, seré fortalecido espiritualmente y aprenderé a vivir y superar cualquier acontecimiento o impedimento y me aferraré más a la presencia de Dios y le amare cada día más por su fidelidad y su inmenso amor hacia mí.
(“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” Hebreros 12:1-2)
Tengamos la seguridad de que junto a Dios, nada es imposible, que la victoria es nuestra desde que tomamos la decisión de seguir a Dios.
No importa las condiciones, ni las dificultades, si es que caí, tropecé o me dañe… solo importa saber que Dios está con cada uno de nosotros en todo momento, si nos cansamos, Dios nos dará fuerzas. Creamos en sus promesas y en su gran fidelidad y amor hacia todo aquel que deposita tu confianza en él. Su palabra nos deja muy claro en Isaías 40:29-31 que no estamos solos en esta carrera hacia su propósito, Dios está con nosotros y está en total control de cada paso que damos. ("El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán."). Me imagino en aquella cima levantando mis alas como las águilas y descansando en Dios después de cada problema que se me presente, es tan satisfactorio para nuestro espíritu y nuestra alma, superar aquellas batallas y barreras que el enemigo planea para vernos de torrados. ("No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar." 1 Corintios 10:13).
Confiemos en la sabiduría de Dios ya que si permite que en nuestro caminar vivamos momentos que muchas veces nos causaran dolor o decepción, es porque es parte de su plan perfecto , fortalecernos a través de procesos que muchas veces son duros, pero la bendición que trae siempre será más grande; Y permitamos que el amor que sentimos por Dios se vea reflejado en nuestra perseverancia y total disposición a enfrentar y permitirle a Dios que nos prepare para ser los mejores guerreros de Dios y estando listos para batallar en todo momento. ("Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado." Salmos 27:3)
Y por último, es tan gratificante cuando superamos las dificultades y podemos sentir en calma, las caricias de Dios y escuchar su dulce voz diciéndonos ¡HIJO, ERES VICTORIOSO! Y es que yo me lo imagino gozándose conmigo cuando le demuestro que mi confianza y mi fe están puestas en Él y con tan solo pensarlo puedo volver a sentir esa libertad que he sentido en cada dificultad que he pasado y lo importante es que ninguna de ellas ha dejado un gusto amargo, si no que cada prueba que hemos superado a rotos cadenas en nuestra vida, por las que hemos estado atados por muchos años.
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.”
2 Corintios 12:9
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